Quizá.
Quizá me
eches de menos por las noches. Cuando el frío no se quite ni con las sábanas,
ese frío que invade todo tu cuerpo, que sólo se quita con el tacto, con un
abrazo. O cuando la nostalgia comience a hacerte compañía, cuando las ganas de
mí comiencen a salir, hasta que no puedas controlarlas.
Quizá comiences a extrañarme cuando las canciones vengan de la mano de
un suspiro. O cuando los recuerdos se te escapen en forma de lágrimas. Quizá
sea cuando veas algo que te recuerde la tonalidad de mis ojos, o cuando alguna
melodía te recuerde mi voz; incluso podría pasar cuando, en algún momento,
pruebes algo que se asemeje al sabor de mis labios.
Sé que
podrías llegar a extrañarme demasiado, tanto, que desearías que fuera yo y no
mi recuerdo quien estuviera al otro lado de la cama, o acompañándote a todas
partes. Sé que quizá llegues a secarte de tanto llorar, de tanto morderte los
labios con la ligera esperanza de que sientas lo mismo que sentías cuando
mordía los tuyos. Claro que también sé
que, si todo esto ocurre, nunca vendrías a decírmelo.
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