"Ya no tengo
paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino
simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más
tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el
cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.
Perdí la
voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír
para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere
manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad
y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez
académica. No me ajusto más con la barriada o el “chusmerío”. No soporto
conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito
personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta
de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o
incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien
no gusta de los animales. Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para
quien no merece mi paciencia”.
Meryl
Streep
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