sábado, 29 de noviembre de 2014

Me importa un carajo su predisposición al drama. Si le parecen mis modos, quédese. En caso contrario, váyase. Pero no venga a joder con que debo cambiar porque usted no acepta que sé muy bien quién soy y cómo me gustan las cosas. Si mi determinación le insulta, recoja sus porquerías y retírese. Yo puedo negociar, pero no voy a caer en el juego vulgar de convertirme en quien no soy para demostrarle nada a un donnadie.



Solía ser

Me daban ganas de decirle cuánto lo extrañaba, extender mis brazos sobre su cuello, arreglar sus pobladas cejas con mi pulgar, mientras él cerraba los ojos, cual niño consentido.
Me daban ganas de abrazarlo por la espalda, posar mis labios sobre su piel y absorber el aroma que desprende, hasta que me penetrara las profundidades de la misma psiquis.
Me daban ganas de decirle ese "te amo" que se quedó atravesado entre el pecho y la espalda, porque no me di cuenta que lo sentía sino hasta que ya todo estaba jodido, y me daban ganas de besarlo sin miedo y con calma, así como solo besaría quien no ha besado jamás, de tomar su mano suave, blanca, fuerte entre las mías, para sentirlo cerca, para sentirlo mío y dormirme en ella mientras imaginaba la canción de cuna que cantaba mi mamá...
Lo vi a lo lejos, caminaba taciturno y despistado como siempre, mirando la transparencia de los cristales en las tiendas, deteniéndose y pensando, lo reconocí al vuelo, la camisa azul, los jeans desgastados, las manos en los bolsillos y esa expresión reflexiva que se confundía con tristeza, pensé que al encontrarlo podría al menos decirle un "Hola tonto" pero no hubo mirada, ni un encuentro, ni saludo, él cruzó a la otra acera y yo simplemente seguí.


-Después del insomnio

Desde mi infierno te veo con mejor perspectiva

Baste con saberse que tengo dieciocho años, que soy ninfómana y bisexual y que actualmente estoy sin pareja estable. Mi última relación seria fue hace dos años, alcanzó a durar cuatro meses y la terminé porque él era muy celoso y controlador, soy la segunda de dos hijas y tengo a mis padres divorciados desde que tenía once años. No me hago dramas con ningún tipo de moral que me quieran imponer, discuto muchas veces defendiendo mi derecho al libre albedrío y cuando me canso de argumentar solo no presto atención a las críticas feroces; no reprimo nunca mis desviaciones hacia cualquier clase de perversión y apruebo toda clase de amor y unión posible.
Baste saberse que llevo en mi haber dos abortos clandestinos (no se los recomiendo, el cuerpo se resiente y es peligroso, además de que es difícil encontrar un médico que los realice), que encima cargo con un par de enfermedades venéreas y varios magullones y raspaduras producto de la urgencia con que cojo a veces en sitios incómodos.
Baste saberse que de ninguna manera ando arrepintiéndome como maricona de los actos que cometí para obtener placer, experiencia y diversión, porque disfruto de mi genitalidad y soy de mente abierta.
Inicié mi vida sexual a los catorce años con un amigo de mi hermana, cinco años mayor que yo y desde allí jamás me detuve.
Baste saberse que yo me busqué tener la cara desfigurada por meterme con el novio de una tipa que detesté desde la primera vez que vi rondando a mi padre cuando aún estaba casado, y que el cuerpo que ahora estoy pisando mientras estoy tecleando esto le pertenece a ella. Baste saberse que antes de ir presa prefiero la muerte, y que el arma que cargo está a nombre del idiota que me cogí para despertar la bronca de la difunta que ahora escupo en el rostro.
Baste saberse que mi última voluntad es que le digan a Rosa Isabel Ramírez, mi compañera de la universidad, que me di cuenta hace unos días de que la amo profundamente y que me arrepiento con todas mis fuerzas de no haber podido ir a su fiesta de cumpleaños por estudiar para el parcial... Y eso es todo.


P. Medina